“So, What Are You?”: Navigating Intersectional Identity in You’ve Changed
Note from the Editor:
Para ver la versión en Español de esta revisión, desplácese hacia abajo por favor.
Traducido al Español por Devora Barrera González
Translated into Spanish by Devora Barrera González
In the past, I’ve been mistaken for being Latina, Native American, Korean, and Chinese. In the past, I’ve been mistaken for being just as white as my father. If I had a nickel for every time someone asked me,“What are you?” I would have enough to pay for some pretty top-notch therapy. My mother is an immigrant from the Philippines and my father is a white guy from Florida, so trust me, I know what it’s like to wrestle with identity—but to see it on the page, to see it laid out so clearly, was an incredibly cathartic experience.
Pyae Moe Thet War’s debut essay collection, You’ve Changed, is sharp as a spade, digging through masterfully crafted layers of cultural complexity and identity examination. Discussing everything from the weight of a name to the gender politics of laundry, You’ve Changed ultimately strikes gold with its unique blend of humor and vulnerability. Throughout her fascinatingly framed essays, War creates an easy access entrance point to the tangled discussion of race and identity. Readers are along for the ride as she interrogates what it means to be a young Myanmar woman in the US and the UK, and what it means to be a “Westernized” woman back in her hometown of Yangon. In dissecting both the external and the internal tensions that arise when opposing cultural forces meet, the full scope of intersectional identity is revealed. Readers experience revelation after revelation alongside the author, generating a wonderfully reflective link between consumer and creator.
In the hands of War, Myanmar is not a caricature or a cheap background setting, but rather a fully fleshed out culture with its own set of social expectations, history, and traditions. She delves into the implications of being a “Westernized” Myanmar woman, questioning not only what makes a woman “good” in Myanmar society, but the gendered norms that are ingrained throughout her family. For example, in the essay “Laundry Load,” she pulls apart the concept of hpone, which dictates how laundry is done, separating men’s clothes from the women’s to protect their spiritual masculine strength. In the essay “Paperwork,” she shares how heart wrenching having a different passport than your partner can be, especially when Myanmar doesn’t allow dual citizenship. To be a visitor in his country, or her own? The decision is not one easily made. Each essay asks questions without having definitive answers at the jump, an exploration that is gripping to read while also staying true to the constantly evolving ebb and flow of identity.
It would not be an exaggeration to say that War’s memoir shook me to my core. I have wrestled with my cultural identity time and time again. I have felt too white to fit in with my Filipino relatives, while also being too Filipino to be considered white. I feel guilty when I call myself Asian because there are “real” Asians who cannot hide behind the racial ambiguity that I do daily. In her fifth essay of the collection, titled “Unique Selling Point,” War lays out a truth that I am still struggling with as a writer to this day, saying: “For a long time, my only creative goal was to have a stranger read my writing without once realizing that I wasn’t white, and specifically, that I was Myanmar. Instead of lying, I just left it all out – all the nuance and details and anecdotes about my life and the culture that shaped my view of the world.” This admission stopped me in my tracks. It was so honest, so familiar, that I needed to pause and catch my breath. In my writing, my characters are chronically white – built with blonde hair, green eyes, and European folklore. I have never once written a Filipino character, not because I don’t know how, but because I fear that no one would be interested – or conversely, that people would be too interested in that aspect of my identity and distill me down to being just a “queer Filipina author.” War voices similar anxieties about becoming a “capital R” race writer, but she soars at the topic when she eventually comes to accept, embrace, and write about her culture.
No reader would be able to flatten this memoir down to just one dimension of Pyae Moe Thet War’s identity—the richness of intersectionality is built into the DNA of the piece. Representation matters, and You’ve Changed is a testament to that.
¿Entonces, qué eres?: Navegando la identidad interseccional en Has Cambiado
En el pasado, me han confundido con ser latina, nativa Americana, Koreana, y china. En el pasado, me han confundido con ser caucásica, tal y como mi padre. Si tuviera un centavo cada vez que alguien me hubiera preguntado, ¨¿Qué eres?¨, tendría suficiente dinero para pagar por una terapia de primera categoría. Mi madre es inmigrante de Filipinas y mi padre es un hombre caucásico de Florida, así que, confía en mí, sé lo que es batallar con la identidad- pero ver las cosas en papel, ver las cosas claramente, fue una experiencia increíblemente catártica.
La colección de ensayos debut de Pyae Moe Thet War, denominada, Has Cambiado, es filosa como una espada, magistralmente penetrando y explorando capas de complejidad cultural y de identidad. Discutir todo desde el peso que tiene un nombre hasta las políticas de género de la lavandería. Has cambiado, acierta en su forma única de mezclar humor con vulnerabilidad. A lo largo de sus fascinantes ensayos, War hace accesible el punto de partida a la entretejida discusión sobre raza e identidad. Los lectores van a lo largo del viaje mientras la autora cuestiona lo que significa ser una mujer joven de Myanmar en Estados Unidos y El Reino Unido, así como lo que significa ser una mujer occidentalizada de regreso en su pueblo Yangon. Al diseccionar la tensión interna y externa que surgen cuando fuerzas culturales opuestas chocan, la gama completa de la identidad interseccional es revelada.
En las manos de War, Myanmar no es una caricatura o un fondo barato, sino que es una cultura desarrollada que tiene sus propias expectativas sociales, historia, y tradiciones. La autora profundiza en las implicaciones de ser una mujer de Myanmar ¨occidentalizada¨, cuestionando no sólo qué hace a una mujer ¨buena¨ante los ojos de la sociedad de Myanmar, sino también los roles de género arraigadas en su familia. Por ejemplo, en el ensayo ¨Carga de Lavandería¨, ella despedaza el concepto del teléfono, que dicta cómo lavar la ropa, separando las ropa de las mujeres de las de los hombres para proteger la fuerza espiritual masculina. En el ensayo ¨Papeleo¨, ella comparte lo devastador que puede ser tener un pasaporte diferente al de tu pareja, especialmente cuando Myanmar no permite la doble nacionalidad. La autora se cuestiona si ella es un visitante en su mismo país y la respuesta a esa pregunta es difícil. Cada ensayo arroja preguntas sin dar respuestas instantáneamente, es necesario explorar mediante la lectura que te lleva por subes y bajas acerca de la identidad.
No es una exageración cuando digo que la autobiografía de War me impactó profundamente.He batallado con mi identidad cultural una y otra vez. Repetidamente me he sentido muy caucásica para pertenecer a mi familia Filipina, y a la misma vez soy muy Filipina para ser considerada caucásica. Me siento culpable cuando me identifico como Asiática porque existen personas asiáticas ¨de verdad¨que no tienen el privilegio de esconderse debajo de la ambigüedad que a mi me protege diariamente. En el quinto ensayo de la colección, denominado ¨factor de venta único¨, War expone una verdad que hasta ahora me cuesta digerir como escritora hasta el día de hoy, ¨Por mucho tiempo mi único objetivo como escritora era que cualquier extraño que leyera mi trabajo no se diera cuenta de que no soy caucásica, y específicamente, que soy de Myanmar. En lugar de mentir decidí exponer todo -todos los detalles y anécdotas sobre mi vida y la cultura que ha moldeado como veo el mundo.¨ Esta confesión me paró en seco. La confesión es tan honesta y familiar, que tuve que parar y recuperar el aliento. Cuando escribo, mis personajes son crónicamente caucásicos -con cabello rubio, ojos verdes, y folclor Europeo. No he escrito con un personaje filipino ni una sola vez, no porque no sepa cómo, sino por temor de que nadie estuviera interesado – o al contrario- de que solo estuvieran demasiado interesados en ese aspecto de mi identidad y reducirme a ser simplemente una ¨autora homosexual Filipina.¨ War expresa ansiedades similares sobre convertirse en una escritora de raza con ¨R mayúscula¨, pero finalmente se eleva cuando termina por aceptar, acoger y escribir sobre su cultura.
Ningún lector podría ser capaz de reducir la autobiografía a una sóla dimensión sobre la identidad de Pyae Moe Thet War – la riqueza de la interseccionalidad está dentro del ADN mismo de la obra. La representación importa, y ¨Has Cambiado ̈es un testamento de ello.